El último mes de 1921 la actividad teatral y musical en nuestra provincia fue intensa con la presentación de la orquesta de Roberto Firpo junto a la bailarina española Charito Delhors. Presentaron un espectáculo de fusión entre el repertorio clásico de la danza junto a la novedosa orquestación del maestro argentino que ejecutará un variado repertorio de tangos dialogados, coreados y con sus ruidos característicos. Igualmente tocará valses lentos, acompañados con jazz band (batería americana) y diversas piezas anunciaba LA GACETA.
La bailarina hispana presentó un espectáculo que había recorrido el país con gran éxito de público. Nuestra crónica señalaba: “La danza a través del mundo”, espectáculo coreográfico presentado por Charito Delhors demostrando las diversas modalidades del baile que existen desde un extremo a otro del mundo. La presentación en el Jardín de la República había sido precedida de su actuación en el teatro Avenida, de Buenos Aires, que recibió grandes elogios de la crítica. Ante una sala repleta, como de costumbre se presentó “Las danzarinas del sueño”, fantasía coreográfica que sobre el libreto, en verso del Sr. Gines Montilla, ha musicalizado el maestro Obradors y que sirvió para la presentación de la bailarina.
Sobre el debut en el teatro Alberdi se decía: en la “Danza española” de Granados se manifestó una eximia danzante, delicada en sus giros y pases, dentro de un armónico conjunto de líneas perfectas. Su figura fina, casi alada, toma formas impecables, adquiere una rítmica elasticidad y se confunde en pases, con las tonalidades de las notas y con la intensidad de las danzas. Aunque la cartelera los anunciaba juntos, Firpo y Delhors hacían sus presentaciones por separado uno después del otro. Una fusión interesante y novedosa para la época, cuando el público estaba acostumbrado a ver a un artista solamente. Además, previo a las presentaciones en vivo se proyectaba un filme. De tal manera que en una sola función se fusionaban tres espectáculos de diferente índole, algo inédito para las carteleras locales.
Sobre Delhors nuestro cronista expresaba: es una artista de temperamento de verdad y de un físico subyugador. Su figura fina, casi alada, toma formas impecables, adquiere una rítmica elasticidad y se confunde en partes, con las tonalidades de las notas y con la intensidad de la danza. En cada presentación fuera del repertorio tradicional de la danza española y clásica, incorporaba bailes de regiones tan lejanas como Egipto, China o Persia.
Innovación musical
La actuación del maestro Firpo era esperada en Tucumán, lo que se vio reflejado en que la sala estaba llena y en que los aplausos atronaron cuando hizo su aparición en el escenario. Nuestra crónica reflejaba la presentación expresando: es, sin duda, un buen espectáculo, raro en su presentación y en la ejecución de las partituras que van acompañadas con diálogos chispeantes, cantos y ruidos característicos que dan un colorido singular a la música dormilona y sentimental de los tangos. Los conocedores del mundo del tango señalan a Firpo como el que estableció definitivamente el piano en la orquesta de tango. El amor que sentía por ese instrumento se refleja en sus palabras cuando contaba la compra de su primer piano: “doscientos pesos mes costó el día más feliz de mi vida”. La presentación en Tucumán ocurría a sólo cinco años de haber estrenado en Montevideo el que se convertiría en el más famoso de nuestros tangos, La cumparsita.
Delhors, que se presentaban como española aunque algunos investigadores la señalan como oriunda de Cuba, era considerada una bailarina moderna e innovadora en España. Esto demostraba que allí ya se estaba gestando un movimiento revolucionario en ese arte, que los tucumanos pudieron admirar en los primeros días de diciembre de 1921. Nuestro cronista expresaba sobre la intérprete: “posee bella figura, buena educación técnica, ritmo impecable, estilo correcto y una agilidad extraordinaria. Comprende, por otra parte, el espíritu de las danzas que ejecuta, lo cual presta a su interpretación coreográfica un sentido claro y preciso, que justifica plenamente los nutridos aplausos que anoche le tributó el público”.
Respecto de las danzas del mundo que interpretaba Delhors se contaba: Egipto. Evocación de las danzas dentro del ambiente típico y popular de aquel fantástico país de maravilla. Es la esfinge que pretende convertir en realidad las quimeras de un sueño, harto tiempo sustentado por la gran mole de piedra y por ello su ilusión va desgranando la danza ante el silencio imponente de los desiertos africanos. Y en cuanto a China: fantasía cómica evocadora de las plegarias y sacrificios elevados a los templos de Buda y de Confucio.
Dejaba Barcelona
Allá por marzo de 1951 el semanario Barcelona Teatral anunciaba que dejaba la ciudad Condal. “Alejada hace años de la escena, en la que se destacó como bailarina de solera clásica, no hace mucho marchó a Buenos Aires con el propósito de regresar a Barcelona. Un viaje de recreo. Pero ya allí, ha montado academias de baile clásico en las ciudades de Córdoba, Río Cuarto y La Carlota al frente de las cuales ha puesto al bailarín español Curro Morillo y con un presente y un porvenir tan brillante, ha decidido trasladar su residencia a la República del Plata. Su viaje a Barcelona ha tenido por objeto levantar la casa y dar un abrazo de despedida a sus amistades”. La revista le dijo “hasta la vista, gentilísima maestra de danzarines”.